jueves, 1 de agosto de 2013

Proyecto: "Mi propio libro" - 2° "C"

Acá van las consignas para comenzar a escribir tu propio libro:

 
 
 
Todos tenemos algo que contar y… ¿qué mejor que un libro? ¿Por qué no un libro?
 Actividades        
 
1) Confeccionar un libro sobre sí mismo. Se trabaja individualmente. Pueden aportar elementos escritos y visuales (fotos, dibujos, etc.).
2) El libro debe contener:
  • 6 titulares de diarios y/o revistas que resulten significativos (positivos y/o negativos). (Se recomienda que sean los originales.)
  • Confeccionar un mapa, croquis, esquema, receta o dibujo para llegar al corazón.
  • Obtener 5 declaraciones de amigas/os y/o compañeros acerca del protagonista (se recomiendan originales, de puño y letra).
  • Relato u opinión de familiar (madre, padre, hermano, tío, etc.) contando sobre la convivencia con el protagonista (se recomiendan originales de puño y letra).
  • Crónica familiar (un padre, madre o ambos) acerca del nacimiento del protagonista (se recomiendan originales de puño y letra).
  • Dibujos o fotos sobre aspiraciones/sueños del protagonista.
  • Texto descriptivo del protagonista, atendiendo no solo los aspectos físicos sino también emocionales, sentimentales y de carácter.
  • Elección libre: poesías, canciones, dibujos, fotos, etc.
  • Glosario de palabras favoritas y su definición.
  • Un cuento y una poesía de autoría propia.
  • Índice general.
  • Título y/o subtítulo.
  • Confección de tapa y contratapa, haciendo hincapié en la posibilidad de crear libremente el formato del libro en cuanto a su tamaño, forma, organización (que sea coherente y de lectura posible).
Puesta en común:
Una vez entregados todos los ejemplares, se realizará una puesta en común para contar la experiencia y facilitar la libre circulación de estos libros para que todos tus compañeros tomen contacto.   Se estima que será a fines de septiembre.
 
¡Suerte!


Proyecto "Cuaderno de Bitácora" - 2° "A"

Acá van las consignas para comenzar a escribir en tu cuaderno de bitácora:


Cuaderno de bitácora

Damos comienzo hoy a la aventura de contar sobre nosotros mismos: la propuesta es iniciar la escritura de nuestro cuaderno de bitácora. En la marina mercante, se conoce con este nombre  al libro en el que los marinos, en sus respectivas guardias, registraban los datos de lo acontecido. Era costumbre guardar este cuaderno en el interior de la bitácora para preservarlo de las inclemencias del clima. Es un libro en el que se nos relata la vida o la experiencia de alguna persona en especial. En este caso serán ustedes mismos.

Pautas para la escritura del cuaderno

-          Elegir un cuaderno (de cualquier tipo y tamaño) y personalizarlo (podés colocarle un título, decorarlo, pintarlo, forrarlo, etc.)

-          Cada cuaderno será único y especial, como cada uno/a de ustedes.

-          Allí, tendrán que realizar anotaciones, impresiones, curiosidades,  contar experiencias, anécdotas, historias, ideas, proyectos, reflexiones,  pensamientos propios; que acompañen su vida hasta la actualidad. Siempre tienen que anotar la fecha en la que escriben.

-          Podrán incluir fotos, recortes, frases, poemas, cartas, grafitis, dibujos, lo que se les ocurra para hacerlo personal, propio, de ustedes, diferente del resto.

-          Incluir una dedicatoria del cuaderno explicando el por qué (recuerden que las dedicatorias son breves)

-          Incluir una sección de FAVORITOS y RECOMENDADOS, donde podrán anotar personajes, autores, cantantes, grupos de música, deportes; y recomendar películas, juegos, libros, historietas, lugares para visitar, comidas, recetas, etc.

-          Cada quince días iré pidiendo los cuadernos y podrán hacerme las consultas que surjan durante su escritura.

-          Compartiremos la experiencia de lectura a fines de septiembre, por lo que tienen tiempo para organizarse, pero no se duerman.
 
¡Suerte!

miércoles, 3 de julio de 2013

Cuentos de autor, cuentos propios...

Para compartir los relatos que escribieron...este es el espacio.



¡Anímense!
 

¡Promocionemos la lectura!

 
Para estas vacaciones les recomiendo...
 
- Si te gustan las historietas: Macanudo de Liniers o Seton, el naturalista viajero, de Jiro Taniguchi

- Si te gusta la ciencia ficción Crónicas marcianas, de Ray Bradbury.
- Si buscás relatos breves, precisos, crónicas, sueños y profecías, probá con Eduardo Galeano y El libro de los abrazos http://www.slideshare.net/adrianpsico/eduardo-galeano-el-libro-de-los-abrazos
- Si te gustan las sagas, podés comenzar a leer la primera de la edición La saga de los confines, de Liliana Bodoc, una excelente escritora argentina.
-Si querés viajar por Medio Oriente, te recomiendo busques alguna versión de "Las mil y una noches".
- Si te gustan los desafíos y la literatura de tipo realista, leé El mar y la serpiente, de Paula Bombara.

Bueno, es todo por hoy, si alguien busca algo especial o diferente a lo propuesto, me avisa!

Lindas vacaciones para tod@s!

Próxima lectura: El crimen casi perfecto de Roberto Arlt

Para viajar hacia otros mundos posiles sin moverse de casa...estas vacaciones de invierno los invito a leer!
La propuesta es que realicen la lectura de este cuento del gran escritor argentino Roberto Artl http://www.literatura.org/Arlt/.
Vamos a comentar y analizar el relato a la vuelta del receso invernal.

El Crimen casi perfecto


Roberto Arlt



La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El

mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora

Stevens se suicidó entre las siete y las diez de la noche) detenido en una comisaría por su

participación imprudente en una accidente de tránsito. El segundo hermano, Esteban, se

encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve del

siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del

laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de

dosificación de mantecas en las cremas.

Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para

festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención

funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.

Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía

muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las

siete de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue que

le enviara por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el

portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta siguió

antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las

libretas donde llevaba anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque

las libretas se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día subrayados;

luego se sirvió un vaso de agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente medio

gramo de cianuro de potasio. A continuación se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al

sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó sobre la alfombra. El periódico fue hallado entre

sus dedos tremendamente contraídos.

Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas pacíficamente

en el interior del departamento pero, como se puede apreciar, este proceso de suicidio está

cargado de absurdos psicológicos. Ninguno de los funcionarios que intervinimos en la

investigación podíamos aceptar congruentemente que la señora Stevens se hubiese suicidado.

Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky no

contenía veneno. El agua que se agregó al whisky también era pura. Podía presumirse que el

veneno había sido depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado por

la suicida había sido retirado de un anaquel donde se hallaba una docena de vasos del mismo

estilo; de manera que el presunto asesino no podía saber si la Stevens iba a utilizar éste o

aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de los vasos contenía veneno

adherido a sus paredes.

El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos

inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la

evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte

transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.

Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para continuar

ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no cabían dudas.

Únicamente en el vaso, donde la señora Stevens había bebido, se encontraba veneno. El agua

y el whisky de las botellas eran completamente inofensivos. Por otra parte, la declaración del

portero era terminante; nadie había visitado a la señora Stevens después que él le alcanzó el

periódico; de manera que si yo, después de algunas investigaciones superficiales, hubiera

cerrado el sumario informando de un suicidio comprobado, mis superiores no hubiesen podido

objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar el sumario significaba confesarme fracasado. La


señora Stevens había sido asesinada, y había un indicio que lo comprobaba: ¿dónde se

hallaba el envase que contenía el veneno antes de que ella lo arrojara
en su bebida?

Por más que nosotros revisáramos el departamento, no nos fue posible descubrir la caja, el

sobre o el frasco que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraordinariamente sugestivo.

Además había otro: los hermanos de la muerta eran tres bribones.

Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes que heredaron de sus

padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.

Juan trabajaba como ayudante de un procurador especializado en divorcios. Su conducta

resultó más de una vez sospechosa y lindante con la presunción de un chantaje. Esteban era

corredor de seguros y había asegurado a su hermana en una gruesa suma a su favor; en

cuanto a Pablo, trabajaba de veterinario, pero estaba descalificado por la Justicia e

inhabilitado para ejercer su profesión, convicto de haber dopado caballos. Para no morirse de

hambre ingresó en la industria lechera, se ocupaba de los análisis.

Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres veces.

El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada,

gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una

cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los placeres de la

mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que sin aquel

“accidente” la viuda hubiera vivido cien años. Suponer que una mujer de ese carácter era

capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte beneficiaba a cada uno

de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.

La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores

groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un

procedimiento judicial.

El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en que

ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con cadenas

de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana, como creo

haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del laboratorio de análisis,

a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde quedaba detenida la sirvienta, con

una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había entrado en el departamento de la

viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno en el

vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía verificar la hipótesis.

Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la masilla

solidificada no revelaba mudanza alguna.

Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una

enormidad) no policialmente, sino deportivamente. Yo estaba en presencia de un asesino

sagacísimo, posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso simple y

complicado, pero imposible de presumir en la nitidez de aquel vacío.

Absorbido en mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis conjeturas,

que yo, que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un whisky. ¿Cuánto

tiempo permaneció el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé; pero de pronto mis ojos

vieron el vaso de whisky, la garrafa de agua y un plato con trozos de hielo. Atónito quedé

mirando el conjunto aquel. De pronto una idea alumbró mi curiosidad, llamé al camarero, le

pagué la bebida que no había tomado, subí apresuradamente a un automóvil y me dirigí a la

casa de la sirvienta. Una hipótesis daba grandes saltos en mi cerebro. Entré en la habitación

donde estaba detenida, me senté frente a ella y le dije:


- Míreme bien y fíjese en lo que me va a contestar: la señora Stevens, ¿tomaba el whisky con

hielo o sin hielo?

-Con hielo, señor.

-¿Dónde compraba el hielo?

- No lo compraba, señor. En casa había una heladera pequeña que lo fabricaba en pancitos. –

Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.- Ahora que me acuerdo, la

heladera, hasta ayer, que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de

arreglarla en un momento.

Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida con el químico de

nuestra oficina de análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito

congelador de la heladera y varios pancitos de hielo. El químico inició la operación destinada a

revelar la presencia del tóxico, y a los pocos minutos pudo manifestarnos: - El agua está

envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua envenenada.

Nos miramos jubilosamente. El misterio estaba desentrañado. Ahora era un juego reconstruir

el crimen. El doctor Pablo, al reparar el fusible de la heladera (defecto que localizó el técnico)

arrojó en el depósito congelador una cantidad de cianuro disuelto. Después, ignorante de lo

que aguardaba, la señora Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo

(lo cual explicaba que el plato con hielo disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al

desleírse en el alcohol, lo envenenó poderosamente debido a su alta concentración. Sin

imaginarse que la muerte la aguardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a leer el

periódico, hasta que juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los efectos

no se hicieron esperar.

No quedaba sino ir en busca del veterinario. Inútilmente lo aguardamos en su casa. Ignoraban

dónde se encontraba. Del laboratorio donde trabajaba nos informaron que llegaría a las diez

de la noche.

A las once, yo, mi superior y el juez nos presentamos en el laboratorio de la Erpa. El doctor

Pablo, en cuanto nos vio comparecer en grupo, levantó el brazo como si quisiera anatemizar

nuestras investigaciones, abrió la boca y se desplomó inerte junto a la mesa de mármol.

Había muerto de un síncope. En su armario se encontraba un frasco de veneno. Fue el asesino

más ingenioso que conocí.

 

El cuento moderno:posible clasificación


EL CUENTO FANTÁSTICO

Características
       
             El cuento fantástico, tal como se lo conoce en la actualidad, nació en el siglo XVIII. Esto sucedió cuando la sociedad estaba lo suficientemente madura para aceptar lo sobrenatural como manifestación artística, es decir sin creer que los hechos que se contaban eran reales. Las primeras historias transcurrían en castillos apartados y siniestros, y sus personajes eran damas en apuros y jóvenes héroes que las rescataban.

            En el siglo XIX surgió el cuento de fantasmas, con autores como Charles Dickens, Oscar Wilde y Henry James, que muestran en sus obras apariciones espectrales en casonas deshabitadas y venganzas más allá de la tumba. Entre los autores contemporáneos del género se encuentra el reconocido escritor Stephen King. En la literatura argentina los más importantes son Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar.

            En un cuento fantástico se pueden señalar una serie de características: la aparición de elementos sobrenaturales, cierto tipo de personajes, un escenario especial, el uso de ciertos recursos expresivos y la exigencia de participación del lector.

En el relato fantástico, los hechos irreales no tienen justificación alguna. No existe una certeza sobre lo que está ocurriendo, el lector necesita explicaciones y estas no son provistas por el relato. Como lo afirma Tzvetan Todorov: "la ambigüedad subsiste hasta el fin de la aventura: ¿realidad o sueño? ¿Verdad o ficción?"

Lo sobrenatural

            En los cuentos fantásticos se plantea la existencia de un mundo normal, natural, reconocido inmediatamente por los lectores. Frente a él aparece un mundo sobrenatural, anormal, distinto.

            Los elementos sobrenaturales irrumpen en el mundo normal de manera súbita y violenta. Esta irrupción provoca una ruptura, en el mundo reconocible y normal, que ya no vuelve a ser el mismo.

Los personajes

            En los relatos de tipo fantástico, los acontecimientos sobrenaturales les ocurren a personajes que encarnan personas comunes y corrientes. Cuando aparecen seres sobrenaturales (el conde Drácula, fantasmas, muertos vivos), el punto de vista no es el suyo, sino el de narradores o personajes que pertenecen al mundo natural.   

El escenario

            En un cuento fantástico, el lugar cobra decidida importancia, dado que un escenario bien caracterizado condiciona todo un relato. Por eso, en muchos cuentos fantásticos de terror los hechos se desarrollan en una casa embrujada. La descripción que de ella realice el autor tendrá en cuenta tanto el aspecto físico (inmensos salones desiertos, largas escaleras hacia habitaciones superiores o hacia los sótanos, cuartos abandonados, numerosos pasillos) como la atmósfera que se desprenda del ambiente: de amenaza, de opresión, etc.   

 La participación del lector

            A veces, los hechos narrados en un cuento fantástico, por su misma esencia, hacen cuestionar al lector su verosimilitud. Por ejemplo, en las novelas y cuentos de vampiros, la presencia de estas criaturas de la noche, con extraños poderes y capaces de vivir eternamente, escandaliza la experiencia cotidiana del lector, dado que en su realidad no existen. Pero este mismo lector debe tratar de superar el impulso que le hace negar o desechar estos textos y recordar que está leyendo ficción literaria.

            Cuando uno lee un cuento fantástico y permanece al margen de los hechos narrados, puede decirse que toma una actitud incrédula o escéptica. En cambio, si se identifica con el protagonista y sigue los acontecimientos “creyendo” en la realidad contada, tiene una actitud cómplice.

            Para disfrutar plenamente de lo relatado, entonces, es necesario un lector cómplice, que acepte esos hechos y suspenda momentáneamente su incredulidad. De esta manera, el placer de la lectura no se ve perjudicado por actitudes escépticas, y se experimenta lo fantástico como una rica manifestación artística.    

 

Los temas del género fantástico

Algunos de los temas del género fantástico son:

 1) el hombre lobo

2) el vampiro

3) las perturbaciones de la personalidad

4) los juegos de lo visible y lo invisible

5) las alteraciones de la causalidad, el espacio y el tiempo

6) la regresión

7) el juego entre el sueño y la vigilia

 

El cuento fantástico es un relato relativamente breve de carácter ficcional que admite en la realidad de su texto la existencia o la posibilidad de existencia de elementos (seres, cosas, lugares o hechos) sobrenaturales dentro de un mundo que, aunque sea literario, es posible. El choque entre los hechos naturales y los elementos prodigiosos impresiona al lector, quien vacila entre una explicación lógica y una explicación mágica para lo que se cuenta. 


EL CUENTO DE CIENCIA-FICCIÓN

            Existen diferentes definiciones de ciencia ficción. La definición clásica del diccionario dice: “relatos fantásticos basados en la ciencia”.

            Una propuesta más moderna asegura: “ciencia ficción es la literatura de la imaginación disciplinada”. Esta definición quiere decir que:

 1) En primer lugar, la ciencia ficción es un género literario; por lo tanto, todo lo narrado pertenece al campo de la ficción, y

2) la imaginación creadora tiene un papel preponderante, pero esta misma imaginación está regida, disciplinada, por los aportes de la ciencia.

             Además, la expresión en español “ciencia ficción” es una traducción incorrecta, pero muy aceptada, de la inglesa “science-fiction”, que debería traducirse como “ficción científica”.

            Así, si se habla de “ficción científica” se pone el acento en el carácter ficcional de este género y se relega la ciencia a un segundo plano.

Tipología de la ciencia ficción

            La ciencia ficción no es una manifestación artística homogénea. Dentro de ella hay varios tipos que han dado lugar a determinadas corrientes. Entre las principales clases de textos de ciencia ficción se encuentran las siguientes:

 1) Ciencia ficción dura (“hard science fiction”). Se trata de textos donde se desarrollan diferentes temas con presupuestos científicos muy abundantes.

 2) Historias de espada y brujería (“sword and sorcery”). Estos relatos transcurren en tiempos y lugares imprecisos, caracterizados por la magia y el ideal caballeresco.

 3) Historias del espacio (“space opera”). Este nombre designa a las narraciones de aventuras cuyos sucesos transcurren en el espacio exterior.

            Las divisiones no son rígidas. El film La guerra de las galaxias (Lucas, 1977), por ejemplo, comparte las características de las historias de espada y brujería, y también los rasgos de las historias del espacio.  

 

Los temas de la ciencia ficción

Entre los temas predilectos de la ciencia ficción se encuentran los siguientes:

 

1) Los viajes por el espacio y el tiempo. Es muy común encontrar relatos con viajeros espaciales y temporales. La conquista de mundos alejados en el espacio exterior y la posibilidad de viajar por el tiempo han interesado desde siempre a los escritores y a su público. El desarrollo de estos temas trae aparejadas otras cuestiones:

a) la posibilidad de encontrar vida en otros mundos. Esta temática se desarrolla, por ejemplo, en los cuentos del libro Crónicas marcianas de Ray Bradbury;

b) las invasiones extraterrestres. Es el caso de la novela La guerra de los mundos, de Herbert G. Wells o la película Marte Ataca de Tim Burton;

c) las guerras interplanetarias. Este tema integra la serie literaria y cinematográfica de La guerra de las galaxias, de George Lucas.   

            Un ejemplo de los viajes en el tiempo lo constituye la novela de Herbert G. Wells. La máquina del tiempo.

            Los viajes por el tiempo traen como consecuencia las posibles paradojas temporales. Estas paradojas se producen cuando coexisten cosas de manera ilógica. Por ejemplo, si una persona viaja hacia el pasado, puede encontrarse consigo mismo cuando era más joven. Este encuentro es una paradoja. Esta variante fue utilizada por la serie de films Volver al futuro. 

 

2) El futuro anticipado. Muchos relatos de ciencia ficción especulan acerca del futuro que le espera a la raza humana. Entre las propuestas literarias las hay optimistas (utopías) y pesimistas (distopías). La novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, presenta un futuro masificador y asfixiante donde hasta la propia literatura está amenazada. Se trata, por lo tanto de una distopía. En cambio, Herbert G. Wells propone un futuro hasta cierto punto esperanzador en Una historia de los tiempos venideros. 

3) El hombre y las máquinas. Las máquinas, producto de la creación el hombre y nacidas para su salvación natural en la Revolución Industrial (siglo XIX), se transforman en enemigas mortales en los relatos de ciencia ficción.

            Así, se niegan a cumplir las tareas para las que fueron creadas. Se han humanizado y se rebelan. Esto ocurre, por ejemplo, con la supercomputadora HAL 9000 en 2001 Odisea del espacio. También la novela de Philip K. Dick sobre la que se basó la película Bladerunner, trata sobre esta cuestión: los perfectos y desarrollados androides no aceptan ser desactivados y presentan batalla. La guerra contra las máquinas puede llegar a extremos muy violentos, como sucede en Terminator.     

 

4) Las transformaciones del cuerpo humano. En la ciencia ficción, las transformaciones del cuerpo humano se producen como resultado de alguna intervención científica. El médico que sobrepasa los límites éticos de la ciencia es uno de los personajes característicos. El referente más significativo es la novela Frankenstein, de Mary Shelley. En ella, un médico, decidido a descubrir el origen de la vida, arma un ser con restos cadavéricos y le da vida por medio de la electricidad.

            En la novela El extraño caso del Dr. Jekill y de Mr. Hyde, de Robert L. Stevenson, las sucesivas transformaciones del Dr Jekill en el malvado Mr Hyde se deben a una droga que divide su personalidad.

 

El relato de ciencia ficción es un texto ficcional de carácter narrativo que se basa en la proyección de los adelantos de la ciencia y la tecnología, y que muchas veces se desarrolla en el futuro como tiempo ideal en el cual esos adelantos podrían hacerse realidad.

 

EL CUENTO POLICIAL

Definición del género

Es una narrativa en la cual mediante la observación, el análisis y la deducción lógica aplicada a un hecho policial, se busca descubrir al autor de un delito y sus móviles
Hay quienes sostienen que tanto el cuento como la novela policial son expresiones de un género menor, producto de la cultura de la masa, y que, por esto, buscan sólo entretener, divertir, distraer. Para quienes adoptan una postura más radicalizada, se trata de una literatura de evasión.
Según E. Anderson Imbert en el cuento policial "Al rompecabezas le falta una pieza" el género detectivesco es un juego. En la literatura policial, la investigación nunca falla, el detective triunfa [...]. Por eso las novelas detectivescas no pueden encontrar crímenes perfectos: ya que el describirlos es descubrirlos. En la vida, en cambio, la investigación policial suele fracasar. Hay millones de homicidios que han quedado en la oscuridad

Origen y evolución

Desde fines del siglo XVIII se observan dos actitudes opuestas para resolver las situaciones de la vida humana. En una de ellas, la racionalista, predomina la razón que explica, mediante la lógica, los hechos. En la otra, la irracionalista, los sentimientos, la intuición y las emociones prevalecen sobre cualquier otra interpretación.

El relato policial nace como una expresión de este enfrentamiento y, al mismo tiempo, como consecuencia de una realidad histórica: la formación de grandes ciudades y el deseo y búsqueda de justicia. Ingresan así, en la literatura, nuevos personajes y ambientes que son netamente urbanos, entre ellos la policía y los cuerpos de seguridad, que se organizaron sistemáticamente a principios del siglo XIX, favorecidos por la investigación científica. Lo policial, una especie muy heterogénea, se alimenta fantasía, crímenes, fugas, búsquedas y persecuciones y, por sobre todo, plantea un enigma que debe ser resuelto por la lógica.

Edgar Allan Poe, con Los crímenes de la calle Morgue, es el creador de esta forma narrativa que desde sus comienzos se difunde con rapidez por su eficacia comunicativa. Resulta ser, así, un relato muy popular como la novela de folletín. Esta circunstancia hace que como forma literaria no fuera tan respetada frente a otras consideradas valiosas. Sin embargo, el relato policial exige del escritor, además del dominio técnico, un ordenamiento riguroso de la trama: debe crear hechos y vincularlos con lógica interior.

El detective Sherlock Holmes, el médico Watson, de Arthur Conan Doyle, y el padre Brown, de Chesterton, figuran entre los personajes más conocidos de la narrativa policial. Otros autores difundidos son: Ágata Christie y Graham Greene.

Durante la década de 1920 surgió en Estados Unidos una nueva variedad de historia policíaca difundida a través de las revistas de la época: el thriller. Esta nueva corriente se propuso derribar las barreras que separaban la ficción detectivesca de otros géneros populares, como la intriga y los relatos de espías. Entre los más destacados autores estadounidenses figuran Dashiell Hammett, creador de Nick Charles y Sam Spade, y Raymond Chandler, creador de Philip Marlowe, uno de los detectives más populares del siglo XX.

Muchas obras de ambos escritores han sido llevadas al cine con gran éxito. Los detectives más famosos de la tradición policíaca estadounidense son tipos duros que trabajan más por dinero que por diversión. Si bien estas historias respetan todas las reglas clásicas del género, el énfasis se pone más en la acción, y la intriga pasa a ocupar una posición secundaria.
A partir de 1950 esta tendencia da paso a la novela de procedimiento policial, basada en el modus operandi de los detectives reales para resolver sus crímenes. La diferencia con la tradición anterior estriba en que el lector no encuentra aquí héroes, sino hombres falibles de carne y hueso especialmente entrenados para el desarrollo de su oficio.

Fue el gran poeta simbolista Charles Baudelaire quien dio a conocer el género en Francia traduciendo las obras de Edgar Allan Poe. Posteriormente, llegó también la corriente inglesa encabezada por Conan Doyle, en un momento en que el género francés ya contaba con su propio personaje de ficción, el inspector Lecoq, fruto de la imaginación del novelista Émile Gaboriau.
Estas dos influencias son decisivas en la obra de Gaston Leroux, que en 1907, escribe su primera y más famosa novela, El misterio del cuarto amarillo. Su popular detective Joseph Rouletabille, un joven y audaz periodista con unas dotes de análisis y deducción extraordinarias, es el protagonista de un ciclo de novelas enormemente populares entre los lectores franceses.

El novelista francés de origen belga Georges Simenon, ocupa un lugar de honor en la narrativa policíaca, con su célebre personaje del comisario Maigret, un investigador de la verdad muy humano, cuyo método consiste más que en deducir en intuir el motivo del crimen. Las novelas de Simenon se alejan de los esquemas tradicionales de la investigación y ofrecen intensos retratos psicológicos de personajes que se mueven en un mundo de soledad y hastío frente a la derrota. Entre su vastísima producción (casi 500 novelas) cabe mencionar Maigret (1934) o El testamento Donadieu (1937).

A diferencia de Francia y los países anglosajones, el género policíaco no goza de una tradición amplia en los países hispanohablantes hasta bien entrado el siglo XX.

La narrativa policial argentina ha sido innovadora, ya que no se ha limitado a imitar, y menos a repetir, sino que ha sabido incorporar elementos propios.

En este sentido jugó un importante papel la revista VEA Y LEA que apareció durante unos quince años: esa revista organizó varios concursos de cuentos policiales y en cada número quincenal publicaba uno de ellos. Según las normas del concurso, la acción de los cuentos debía transcurrir en territorio argentino. Por lo tanto, los personajes, conflictos, situaciones, y ambientes también lo eran. Esta norma impuso que los autores de cuentos en su inicio y luego de novelas adaptaran al género policial clásico a las costumbres y al pensamiento argentino de la época. Entre los aportes originales podemos mencionar el humor, la reconversión del detective tradicional que es suplantado por un comisario o inspector nada solemne que rinde culto al sentido común y que se apoya para sus investigaciones en la experiencia y en el conocimiento del medio donde le toca actuar. Desconfía del saber "oficinesco" y "libresco" y se guía para su investigación, no tanto en teorías, sino en el conocimiento de los recovecos del alma humana. En muchos casos, el medio y los personajes involucrados pueden ser rurales y no siempre urbanos, como en la literatura policíaca clásica.
En la Argentina, se destacan los siguientes escritores de novela o cuento policial: Jorge L. Borges, Adolfo Bioy Casares, María A. Bosco, Manuel Peyrou, Marco Denevi y Abel Mateo.
En la evolución de la narrativa policial distinguimos tres momentos:

·      El interés se centra en el argumento. La trama es rigurosa y los misterios o enigmas deben ser aclarados en forma deductiva. Esta modalidad se cultivó hasta 1930.

·      El centro del interés se desplaza hacia la explicación psicológica de los hechos y en el comportamiento de los personajes.

·      En las últimas décadas, el relato policial es más realista y violento: los delitos tienen razones concretas, los personajes son tan actuales que nos sorprenden, al igual que las armas científicamente fabricadas; la trama entremezcla intriga, violencia, sexo y espionaje.

 

Elementos caracterizadores

Personajes: el policía, detective o inspector y el asesino o espía; o sea, los buenos contra los malos. Por lo general, son personas que tienen caracteres bien definidos y no evolucionan a lo largo del relato.
El detective, inspector, policía o simplemente un testigo o perjudicado por la acción del malo, es quien lleva a cabo la investigación recolectando señales para poder descifrar la identidad del delincuente o para entender sus móviles. Generalmente están acompañados por un ayudante, quien es el que relata los hechos.

Los sospechosos, es decir, todos aquellos que directa o indirectamente se hallan involucrados en el hecho en cuestión, sea  por sospechas o por indicios comprometedores.

El asesino, el espía, el delincuente, en una buena novela policíaca es quien menos se espera que sea, por lo general, es un personaje que carece de participación a lo largo de la novela y sus apariciones se manifiestan en momentos claves. Se conoce su identidad en los últimos capítulos.

Ambiente: Por lo general, es urbano. En los primeros relatos el crimen ocurría en espacios interiores, en cuartos cerrados. En la actualidad, la violencia se desata en las calles, ante la sorpresa o indiferencia de los posibles testigos, quienes ayudaran en la investigación.

Trama: La trama del género policial es narrativa (puede integrar también descripciones y diálogos) y su finalidad es estética. Con respecto al lector, a menudo, estos relatos cumplen para él un fin de entretenimiento o esparcimiento.

A menudo se utiliza la técnica del suspenso y se va dosificando la revelación de los acontecimientos para mantener la tensión, el interés y la perspicacia del receptor, interesado en llegar al esclarecimiento del enigma plantado. Se deja siempre un hilo o eslabón por resolver. Con rigor deductivo, el investigador junto al lector desentrañan el enigma al reunir esos hilos en el desenlace.
Al principio se proponen varias soluciones fáciles, a primera vista tentadoras, que sin embargo resultan falsas. Hay una solución inesperada, a la cual solo se llega en el final. Para la solución del enigma se desecha todo elemento sobrenatural o inexplicable. Es un relato hecho para que el lector participe en desentrañar el misterio; ingresa en el mismo como un investigador más.
Temática: La temática es más bien limitada y precisa: crímenes, robos, secuestros, extorsiones, engaños, infidelidades, estafas, fugas, persecuciones... En conclusión, los llamados delitos policiales.
Estructura: El relato policial se ajusta a una estructura propia, distinta, que no suele coincidir con la estructura tradicional de las novelas: introducción, nudo, desenlace.

En el relato policial se empieza por un hecho enigmático o delictivo, que plantea múltiples interrogantes y del cual se estudian los móviles, se busca el cómo, el dónde y el porqué sucedieron los hechos. Cada parte suele presentar sus propias secuencias narrativas. El tiempo para aclarar el misterio procede en dos sentidos: mientras avanza la investigación (Futuro), se revela el enigma (Pasado). Pero hay que tener en cuenta que a este relato precedo una etapa previa de organización: cuando el escritor imaginó o fraguó esa historia siguió un orden cronológico o lineal (comienzo, desarrollo y desenlace). Al escribirla invirtió los resultados, presentándolos al comienzo.

 

CUENTO REALISTA

 

Definición: Es una narración basada en hechos reales o imitados de la realidad. Su principal condición es la verosimilitud.

Características:

Ø En este cuento las situaciones están tomadas de la realidad, donde se desarrolla la vida del hombre.

Ø El autor, al narrar, se coloca en una posición objetiva, su intención es retratar sin deformar.  Utilizan la tercera persona gramatical y adoptan  la perspectiva de autor omnisciente. El autor parte de un hecho ocurrido en el pasado, reconocido o no por la historia. 

Ø Los personajes son verosímiles, esta determinado con precisión para crear un clima de realidad.

Ø La acción se desarrolla en un tiempo lineal, y cronológico, el escritor reproduce el lenguaje de los personajes, hablas locales, modismos, y formas coloquiales.

Ø En resumen, el cuento realista es una presentación seria y en ocasiones trágica de la vida cotidiana.

Ø El espacio adquiere mayor importancia, aparece determinado con gran precisión con el objeto de crear un clima de realidad.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 29 de mayo de 2013

Al abrigo, Juan José Saer

Comenzamos con la lectura de este hermoso y perturbador cuento del santafesino Juan José Saer.


 
“Al abrigo”, de Juan José Saer. En: La mayor

                        
  
Un comerciante de muebles que acababa de comprar un sillón de segunda mano descubrió una vez que en un hueco del respaldo una de sus antiguas propietarias había ocultado su diario íntimo. Por alguna razón --muerte, olvido, fuga precipitada, embargo-- el diario había quedado ahí, y el comerciante, experto en construcción de muebles, lo había encontrado por casualidad al palpar el respaldo para probar su solidez. Ese día se quedó hasta tarde en el negocio abarrotado de camas, sillas, mesas y roperos, leyendo en la trastienda el diario íntimo a la luz de la lámpara, inclinado sobre el escritorio. El diario revelaba, día a día, los problemas sentimentales de su autora y el mueblero, que era un hombre inteligente y discreto, comprendió enseguida que la mujer había vivido disimulando su verdadera personalidad y que por un azar inconcebible, el la conocía mucho mejor que las personas que habían vivido junto a ella y que aparecían mencionadas en el diario. El mueblero se quedó pensativo. Durante un buen rato, la idea de que alguien pudiese tener en su casa, al abrigo del mundo, algo escondido --un diario, o lo que fuese--, le parecía extraña, casi imposible, hasta que unos minutos después, en el momento en que se levantaba y empezaba a poner en orden su escritorio antes de irse para su casa, se percató, no sin estupor, de que él mismo tenía, en alguna parte, cosas ocultas de las que el mundo ignoraba la existencia. En su casa, por ejemplo, en el altillo, en una caja de lata disimulada entre revistas viejas y trastos inútiles, el mueblero tenía guardado un rollo de billetes, que iba engrosando de tanto en tanto, y cuya existencia hasta su mujer y sus hijos desconocían; el mueblero no podía decir de un modo preciso con qué objeto guardaba esos billetes, pero poco a poco lo fue ganando la desagradable certidumbre de que su vida entera se definía no por sus actividades cotidianas ejercidas a la luz del día, sino por ese rollo de billetes que se carcomía en el desván. Y que de todos los actos, el fundamental era, sin duda, el de agregar de vez en cuando un billete al rollo carcomido.


   Mientras encendía el letrero luminoso que llenaba de una luz violeta el aire negro por encima de la vereda, el mueblero fue asaltado por otro recuerdo: buscando un sacapuntas en la pieza de su hijo mayor, había encontrado por casualidad una serie de fotografías pornográficas que su hijo escondía en el cajón de la cómoda. El mueblero las había vuelto a dejar rápidamente en su lugar, menos por pudor que por el temor de que su hijo pensase que el tenía la costumbre de hurgar en sus cosas. Durante la cena, el mueblero se puso a observar a su mujer: por primera vez después de treinta años le venía a la cabeza la idea de que también ella debía guardar algo oculto, algo tan propio y tan profundamente hundido que, aunque ella misma lo quisiese, ni siquiera la tortura podría hacérselo confesar. El mueblero sintió una especie de vértigo. No era el miedo banal a ser traicionado o estafado lo que le hacía dar vueltas en la cabeza como un vino que sube, sino la certidumbre de que, justo cuando estaba en el umbral de la vejez, iba tal vez a verse obligado a modificar las nociones mas elementales que constituían su vida. O lo que el había llamado su vida: porque su vida, su verdadera vida, según su nueva intuición, transcurría en alguna parte, en lo negro, al abrigo de los acontecimientos, y parecía más inalcanzable que el arrabal del universo.